Porque los medios de comunicación me taladraron tanto la cabeza que me la rompieron. Ahora me dieron otra en su repuesto que es diferente, más cómoda. Que me permite opinar sin pensar previamente al enunciar palabra.
¿Por qué la muerte sacraliza? ¿Tenía que morirse para que lo asumieran como un gran líder, estadista y patriota? Los hechos críticos y extremistas llevan a la reflexión porque golpean en lo anímico. ¿Cómo le pude desear la muerte al que se murió? ¿Cómo pude ser tan inhumano? ¿Hasta dónde me dejé comer la cabeza? ¿Cómo pude querer que pase algo que hace llorar a muchas personas? ¿Habré obrado correctamente? ¿Habré hecho bien en catalogar al kircherismo como un movimiento de negros si había gente bien vestida el otro día? ¿Hará menos personas a los convocados el motivo de su calidad?
Las situaciones límites como la muerte inducen a uno a la filosofía. Lo empujan a pensar. Lo hacen reflexionar. La muerte de Néstor Kirchner sirve para despertar a la sociedad de su letargo mental. Sirve para que apague el televisor que le coloniza la cabeza, para que Clarín le deje de decir lo que tiene que pensar. Esperemos que en virtud de esta desgracia por lo menos la gente comience a pensar con su cabeza y no con la sociedad, que comience a tener voz en vez de eco, que empice a hablar y no a ser hablada, que empiece a pensar y no a ser pensada. Lo mejor que le podría pasar al país sería que a partir de ésa desgracia se muera el prejuicio. ¿Qué es el prejuicio? Ignorar. El prejuicio se basa en la ignorancia, en el desconocimiento. El surgimiento de la conciencia crítica subjetiva -pensar por uno mismo- sería la mejor manera de honrrar al pingüino.Que se muera el prejuicio y que nazca el juicio. Ésa es la verdadera victoria: el renacimiento de la conciencia crítica en la sociedad argentina.