domingo, 17 de febrero de 2013

Marketing político

El marketing es la actividad tendiente a satisfacer las necesidades y los deseos de los consumidores, mientras que la política es la manera en que las sociedades se organizan. Cuando se aplica el marketing a la política lo que se busca es dar respuesta a las necesidades del pueblo utilizando criterios de mercadotecnia. 

¿Qué diferencia hay entre el marketing y la política?

1) Para la política "donde existe una necesidad nace un derecho", mientras que para el marketing "donde existe una necesidad nace un negocio".

2) La política piensa a las personas en términos de "ciudadanos", mientras que el marketing piensa a las personas en términos de "clientes".

3) Para la política los partidarios son "militantes". Para el marketing son "promotores".

4) Para la política existen "unidades básicas". Para el marketing existen "sucursales".

5) Para la política existen "votantes". Para el marketing "consumidores".

6) Para la política hay "padrón electoral". Para el marketing "mercado electoral".

7) Para la política existe un "posible votante". Para el marketing existe un "target de mercado".

8) Para la política existen las "elecciones" y el "porcentaje de votos". Para el marketing existe un "mercado" y un "market share" (participación en el mercado).

9) Lo que la política llama gobiernos "democráticos", el marketing lo llama gobiernos "populistas".

10) Lo que la política llama "monopolios", el marketing lo llama "empresas líder".

11) Lo que la política llama "cuadros políticos" el marketing lo llama "jóvenes talentos".

Por otra parte también busca vender lo que el pueblo quiere comprar: políticos honestos. Pero cuando los compra, casi preso de un mercado monopólico, se queja de la calidad del producto. Ahí es donde el marketing queda desnudo, sin ropa. La realidad deja en evidencia que los políticos a través del marketing buscan ostentar en gran parte lo que carecen. Pero el cliente siempre tiene la razón. No porque lo diga una estrategia de venta, si no porque los pueblos nun
ca se equivocan.

Seamos realistas, copemos Liniers

Algunas de las definiciones que se suelen utilizar para entender y explicar a la política, sostiene que la política es el arte de lo posible. Existen unas cuantas definiciones más, pero acá nos quedamos. La política es el arte de lo posible. ¿Por qué? Porque solo lo posible es realizable. Se pueden prometer mil maravillas pero lo imposible es inviable. Solo lo posible es realizable, el resto es demagogia. Se puede prometer la cooperativización del sistema productivo, la estatización bajo control obrero, el socialismo y la revolución. Pero la política es el arte de la posible y lo posible es la realidad efectiva. La realidad efectiva es que no existen hoy en la Argentina condiciones objetivas para hacer una Revolución. No hay crisis social, crisis política, crisis económica. No hay tal crisis. ¿Si no hay tal crisis que es lo que hay? Lo que hay hoy en el país del fútbol, el tango y el mate es un gobierno nacional y popular que comenzó a dar respuestas a las necesidades de su pueblo. Es un gobierno complejo, seductor, brillante, contradictorio. Un modelo político que si bien presenta una continuación de lo peor de la política también significa una ruptura con lo peor de la misma: el neoliberalismo, la pobreza, la desigualdad, la exclusión, el desempleo. Se avanzó en ese sentido. Se consolidó ese modelo. ¿Cómo se pude profundizar por todo lo que falta, por los que todavía duermen en la calle, mueren de hambre, los que no tienen trabajo, los nenes que piden monedas en el tren, los que la sociedad mira pero no quiere ver? Volviendo a significar la política: haciendo posible lo imposible. Y lo posible es el poder. Porque el poder es volver posible algo. Para que la profundización del modelo de país que tenemos y sus rasgos más positivos se vuelvan más radicales hay que ganar poder. Poder que todavía el gobierno no tiene, porque si todo fuese posible, sería el primero en recriminarle a Cristina su falta de voluntad política para profundizar la inclusión social en mi país. Pero no es posible. Porque tengo conciencia del contexto, del capitalismo, del poder económico, de la lucha de clases, de la correlación de fuerzas. Pero nos fuimos por las ramas. El tema es que para volver algo posible, para que las cosas cambien, para poder, hay que tener el poder. Y el poder se consigue con influencia ideológica, porque estamos en democracia. Esto significa que para mientras más gente esté convencida de que hay que profundizar la inclusión social se comprometerá a través del voto o la militancia para conseguirlo. Poder es influencia ideológica, la que se gana debatiendo. Una batalla cultural. Pero al poder hay que demostrarlo. También al poder político. Para esos sirven los actos políticos. Para medir el grado de lo posible, para influir sobre la realidad social, para modificarla, para transformrala o conservarla. Y si no ahí está la crisis con el campo, en la que ganó la SRA y perdió el gobierno, porque tuvo más poder un interés egoísta pero popular que un interés menos fuerte pero más solidario. Nos fuimos todavía más por las ramas. Pero bueno, por eso mañana voy a Velez. No por que me fui por las ramas, sino para volver posible a un país mejor y, por sobre todas las cosas, para volver posible lo imposible.





Seamos realistas, copemos Liniers.

Cuestiones teóricas: la ética de la derecha


¿Hay una ética de la política? ¿Es ético que el enemigo de ayer sea el amigo de hoy? Importa analizar qué tipo de ética predomina en la política. Aquí, la derecha puede dar clases a la izquierda. Será porque la derecha tiene muchos intereses que conservar. Por algo (a los derechistas) se les suele decir “conservadores”. Será porque los intereses que requieren conservar tienen que ver con la riqueza. Es decir, con la posesión de mercancías. De valores materiales. Todos los valores materiales refieren a uno que –en tanto valor– los representa a todos: el dinero. A su vez, el dinero refiere a los metales preciosos. El patrón oro. Los intereses de la derecha son cuantitativos. Al serlo, los compromisos de tipo espiritual –componente que sería difícil extraer de cualquier moral humanista– no le son relevantes. El concepto de interés –para la derecha– se refiere únicamente a la riqueza. Es bueno aquello que colabora a cuidar, sostener, conservar o aumentar mi riqueza. La tasa de ganancia es el alma del capitalismo. En suma, el lucro. De aquí que su ética sea una ética de medios y de fines, en la cual los medios están al servicio de los fines. De los fines de lucro. Esto –que asegura, en gran medida, su poder y su triunfo contra adversarios más sentimentales– se le vuelve en contra en circunstancias en que su avidez produce excesiva pobreza. La derecha no sabe combatir la pobreza repartiendo su tasa de ganancia. Sería reducirla. Algo que no puede concebir. Si la tasa de ganancia decae todo está en peligro. Ergo, entre paliar la pobreza y reprimirla, elegirá reprimirla. Cuando clama por la “seguridad”, lo hace por la “seguridad” de su riqueza. La “seguridad” es un concepto de derecha. Pide “seguridad” el que tiene algo que “asegurar”. También el 24 de marzo de 1976 la derecha reclama “seguridad”. Para otorgarle esa “seguridad”, los militares inauguran la era de la “inseguridad nacional”. No habrá “seguridad” hasta que sean aniquilados todos aquellos (todos pero todos) que representen alguna “inseguridad” para los poseedores. Ese miedo que instala la dictadura militar permanece en los pliegues de la sociedad. Pero la derecha no puede frenar su sed de ganancias y no sabe repartir su riqueza, por excesiva que sea. Sobreviene entonces una “inseguridad” que no fue la que primariamente vinieron a combatir los militares. La delincuencia. Aquí, la derecha pide seguridad contra ellos, los delincuentes que su ambición de ganancias y el sistema económico implantado para satisfacerla han creado. La delincuencia es una creación de la derecha. Es tanto lo que requiere aumentar su tasa de ganancia que hunde en la pobreza a millones de personas. Estas personas (o muchas de ellas) se transforman en delincuentes y amenazan la seguridad de los buenos ciudadanos. Ahora, la derecha pide por la seguridad de su vida: no quiere que un pobre (que se ha transformado en ladrón callejero) le quite la “vida”. Que, esto lo sabe bien, es la condición de posibilidad de su riqueza. Un rico muerto no es un rico. Es un cadáver igual que cualquier otro. Hasta igual al de un pobre, un horror. Pide, entonces, seguridad en las calles. Y, al mismo tiempo, seguridad en sus casas. Y, al mismo tiempo, seguridad social. Lo que da por resultado: un país seguro para sus inversiones. Porque todos son intereses. Mercancías. Su vida es una mercancía. El rico se identifica con su objeto: la mercancía. Se cosifica. Las calles son los espacios por donde circulan las mercancías ciudadanas. Los seres humanos, ante todo, que son mercancías, pues el sistema de mercancías los ha cosificado. Todo lo que se ve en las calles son mercancías. Y luego las otras mercancías: automóviles, policías, mercancías en las vidrieras, relojes en las muñecas, prostitutas, lo que sea. El mundo es una mercancía. La derecha las acumula en tanto valores. Para eso pide seguridad social y un país ordenado (recordemos: a eso vino Perón). En un país en que reine el orden se desenvuelve libremente lo más libre que hay: el libre mercado. La realidad humana en tanto “mercado”, he aquí la antropología de la derecha. El “mercado” se regula por sí mismo. ¿Qué significa esto? Que los más poderosos se devoran a los más débiles. Son libres de hacerlo. Luego, que los más poderosos pueden unirse a otros poderosos y formar grupos. Los grupos son los monopolios. Los monopolios son formaciones libres del mercado. Cada monopolio se ha devorado a su anterior competencia: la eliminó o la eliminó absorbiéndola. El mercado es así: libre. ¿Por qué impedirle a alguien que derrote a su competencia y la incorpore a su estructura de poder? A su vez, un monopolio suele entablar negociaciones con otros monopolios. Al unirse forman los oligopolios, que son monopolios de monopolios. El mercado se reduce. Por fin, queda en manos de dos o tres oligopolios. La palabra oligopolio proviene del griego oligoi. Esta palabra –con total coherencia– significa: pocos. Siempre esta situación es grave para todos menos para los oligopolios. Si se trata –por ejemplo– de oligopolios mediáticos, la “verdad” queda muy reducida en sus posibilidades de expresión. La “verdad” se establece en relación a los intereses de tres oligopolios. Que, al ponerse de acuerdo, elaboran una sola “verdad” que la población suele comerse sin advertirlo. Así es el mercado: libre. Así es el mundo: libre. Libre para los intereses de los poderosos. Que son la derecha. Volviendo a La Nación y al peronismo encarnado en el anciano y ahora venerable gene- ral Perón. Desde el 21 de junio, La Nación advierte que Perón ha venido a proteger sus intereses. Es posible que lo supiera desde antes, desde mucho antes que todo el país y que los pibes de la Jotapé que se arriesgaban por Perón haciéndole la campaña electoral. Se la hacían, también, a La Nación. El pacto fue: usted vuelve pero nos ordena el país. Ya lo hemos dicho. Ya lo sabemos. ¿Quién sino La Nación (en tanto encarnaba los intereses de los grandes empresarios, de la Iglesia y del Ejército) podía saber que el discurso del 21 de junio Perón lo había redactado en Madrid? Por supuesto: a eso venía. Por eso regresaba. Se le había dado la oportunidad de frenar a sus jóvenes díscolos porque (pensaban) podrían evitarse así la sanguinaria tarea de imponer ellos el orden y cargar con el consecuente desgaste de toda matanza. Mejor que eso lo hiciera Perón. En suma, volviendo a la cuestión de la ética. La derecha tiene una. Cómo no. Desde luego. Es una ética de intereses. Es bueno aquello que proteja, conserve y aumente mis intereses. Es una ética alimentada por el egoísmo de la competencia. En la competencia mi interés es derrotar a mi competidor. Una vez que lo derro- to trazo nuevos fines para mis intereses. Insistamos: es, entonces, una ética de fines: de fines de lucro. Todos los medios son legítimos en la medida en que se orientan hacia el fin de todos los fines: el de mis intereses. Todo se pone al ser- vicio de ellos. Si lo bueno, lo mejor y la verdad son los valores de una ética, lo bueno, lo mejor y la verdad son, para la derecha, sus intereses. Que son sus ganancias. Llegamos, así, a la gran con- clusión. La ha dicho claramente el gran país del capitalismo en el siglo XX y (hasta ahora) también en el XXI: Los Estados Unidos no tienen aliados ni enemigos permanentes. Sólo tienen intereses permanentes. ¿Cómo no iba a ser peronista de Perón La Nación en 1973? Perón, ayer, fue su enemigo: atacó sus intereses. Ya no lo es: hoy los defiende. Hoy es su amigo. Y La Nación –tal como Perón dijera en su memorable Actualiza- ción política y doctrinaria para la toma del poder– también cree en esa frase de aliento maoísta: Al amigo todo, al enemigo ni justicia. Lo demostra-rán los militares del 24 de marzo de 1976. Esos campeones de la seguridad del establishment. Y de la inseguridad de todos.


Fuente: "Peronismo: filosofía política de una persistencia argentina", José Pablo Feinmann.

El terrorismo subversivo


El terrorismo es el ejercicio de la violencia sobre la población civil con el fin de amedrentarla y sentar el miedo en sus bases. La subversión es la alteración del orden social con el fin de invertir un sistema político. Estas son las bases del "terrorismo subversivo". Esta es su definición. No las intenciones de los que no pueden ver dos putos besándose. 

Terrorismo no es el asesinato de Aramburu. Eso es un crimen y punto; condenable, por cierto.

Terrorismo es andar tirando bombas en la Plaza de Mayo en el año 1955 dirigiéndolas sobre la población civil. Disparar contra el pueblo. Para meterles miedo. Para matar inocentes. Por que poco le importaba a esos tipos la vida de la gente.

Subversión no es defender con la propia vida la Democracia.

Subversión es derrocar a un gobierno democrático y constitucional.


Por más que lo cuente como quiera, el terrorismo subversivo en la Argentina es la Revolución Libertadora y no otra cosa.

Que ensucien el nombre de los que dieron su vida por la democracia, por la libertad de expresión y por el respeto de la voluntad de todos y todas.


El odio por las decisiones del pueblo, en Democracia, es una cuestión de timidez.


Pero la historia es más fuerte que su odio.

JOHNY, EL CARNICERO



Cuando era chico tuve un carnicero, se llamaba Johny. Su comercio se llamaba algo así como una mezcla entre lo que vendía y el lugar dónde estaba, como podría ser “Hurlinghcarne”. No era muy creativo ni tampoco metafórico. No escuchaba Spinetta ni leía a Borges. Sin embargo era un tipo muy querible. Siempre que mi mamá me mandaba a comprar huevos o un kilo de milanesas de pollo, el carnicero me sonreía y me hacía un comentario relacionado con Rosario Central. Sabía de carne y de fútbol. Me contemplaba frente a la angustia de tener que hacer un mandado que no deja vueltos. Hasta tenía una sillita donde podías leer el diario que siempre compraba, que era como un deportivo con un suplemento de todo lo demás. El paraíso. Te dejaba sólo la parte de deportes porque el resto lo utilizaba para envolver huevos. Era uno más de la familia. La clientela feliz.
Pasaron los años y todo esto no era presente. Hasta el día de hoy.
Después de vivir una vida en el conurbano, en sus carnicerías, sus potreros y su peronismo, la formalización de las relaciones del amor me llevó a ponerme de novio y a tener que comprar milanesas en los modernos y contemporáneos comercios de los barrios porteños, en este caso, de Caballito.
Entro a la carnicería y ocurre lo primero: me atiende una mujer. Ya no estaba ese hombre galán de mil mujeres, con el pecho descubierto y sus pelos que afloraban afirmando una masculinidad tremenda. En su reemplazo me atiende una mujer. Ni debe saber de la existencia de Rosario Central, o peor, tal vez en su afán de venderme me afirme que sí, que los conoce, que son dos equipos distintos de un mismo lugar. Sin esperanza le pido un kilo de milanesas. “¿De qué querés?”, me dijo. “De ternera o de pechuga”, respondí. “No tengo. Me quedaron de calabaza y berenjena”. No es joda. Era una carnicería que vendía milanesas que no eran milanesas. Era una carnicería que en verdad era una verdulería, pero al lado no había una verdulería que en verdad fuese carnicería. Con resignación le pedí de zapallo, angustiado. Pero faltaba el hecho que marcaría un antes y un después: la carnicera se puso guantes descartables para tomar las milanesas. Desorbitado. Así quede. Después de una infancia de desear comer los productos de carne, tan especiales, con tanto sabor. ¿Qué sería lo que hacía sus milanesas tan agradables? ¿Tal vez el olor a bolas? ¿Un hombre como Johny lavaría sus manos luego de sacudirse el amigo goteando el piso del baño al finalizar una meada? ¿Se habrá fijado de no quedar con algún pendejo entre sus dedos al tomar el asado, el ojo de bife o las costillitas de cerdo tan sublimes? ¿Habrá sido algunos de esos pelos que entorpecen un almuerzo al fastidiarle a uno la boca al sentir el gusto de la ensalada o el pan rallado de la milanesa?

Salí de la carnicería y volví para mi casa. Lucía comió milanesa de zapallo.

Yo descongelé un ojo de bife.

Las profecías de la Coalición Cívica

Ayer soñó con Goku y le reveló la verdad: los argentinos, que son medios pelotudos, se iluminarían. Se darían cuenta de que la líder indiscutida del pueblo argentino era ella y no otra. Tan rubia, tan decente, tan ética. Para eso le indicó en su trance que convoque al pueblo a la Plaza a las 12 y levante las manos, que sería él quien le daría la fuerza para liberar a la Patria. 
Rodeada por las 7 esferas de la Coalición Cívica (Prat Gay, Iglesias, Estenssoro, Bullrich, Ricardito, Llambías y Pinedo) inició la procesión. Las cámaras se encendieron, la líder se persignaba, las esferas adornaban. Los periodistas anunciaban el fin de ciclo.
Cuando de repente, frente al descenso del rating y el desinterés de quienes pasaban por ahí, levantó las manos. Con los dedos y las manos hacia la casa rosada exclamó: "¡KA-ME-HA-ME-HA!".
Silencio atroz. No pasó nada. En instantes se escuchó el sonido del tránsito de fondo, eterno. San Goku no apareció.

Los creyentes se empezaron a mirar entre sí, apenados. La gente cambió de canal, puso Crónica.

La circunstancia la había superado.

Respecto a la blonda líder después de quince minutos en la
misma posición, dejo de intentarlo. Por lo menos, hasta la próxima vez.

domingo, 3 de febrero de 2013

El hombre mediocre

De un idealismo fundado en la experiencia

Ideal
¨    En la ética venidera florecerá un idealismo moral, independiente de dogmas religiosos: los ideales de perfección, fundados en la experiencia social.
¨    Los ideales, entre todas las creencias, representan el resultado más alto de la función del pensar.
¨    Un hombre, un grupo o una raza son idealistas porque circunstancias propicias determinan su imaginación a concebir perfeccionamientos posibles.
¨    Los ideales pueden no ser verdades; son creencias.
Educación
¨    Consiste en sugerir los ideales que se presumen propicios a la perfección.
Imaginación
¨    Construye ideales observando la naturaleza, como resultado de la experiencia; pero una vez formados ya no están en ella, son anticipaciones a ella, viven sobre ella para señalar su futuro.
Dogma
¨    Es la moral propia de gente primitiva y contraria a un idealismo, ya que en cada tiempo y espacio la realidad varía.
Ideal colectivo
¨    Coincidencia de muchos individuos en un mismo afán de perfección.
¨    No es que los acomuna una idea, sino que los une una misma manera de sentir, de pensar; convergen hacia un “ideal”
¨    Cada generación  puede tener su ideal; suele ser patrimonio de una minoría, cuyo esfuerzo consigue imponerlo a las generaciones siguientes.
Los temperamentos idealistas
El hombre con ideales
¨    Es un hombre cualitativo: posee un sentido de las diferencias que le permite distinguir entre lo malo que observa, y lo mejor que imagina.
¨    Suele ser rebelde o esquivo a los dogmas de su época.
¨    Ningún ideal es falso para quien lo profesa.
¨    Hay dos tipos de idealistas
1.     Idealista sentimental. Es romántico. Su imaginación no es inhibida por la crítica y los ideales viven de sentimiento.
2.     Idealista experimental. Los sentimientos son encarrilados por la experiencia y la crítica coordina la imaginación: los ideales se tornan reflexivos y serenos.
El hombre sin ideales
¨     Es un hombre cuantitativo; puede apreciar el más y el menos, pero nunca distinguir lo mejor de lo peor.
El idealismo romántico
¨    Sueñan lo más para realizar lo menos.
¨    Son exagerados, ingenuos, sensibles y fácil de conmoverse.
¨    Nunca se integran como se piensan.
¨    Dionisiacos. Sus aspiraciones se traducen en hostilidad contra todo lo que se opone a sus corazonadas y sueños.
¨    Disponen de esas “Razones que la razón ignora”, Pascal.
¨    Su amor a todos los que sufren es paralelo al odio contra los que oprimen su propia individualidad: llega a amar a las víctimas para protestar contra el verdugo indigno.
El idealismo estoico
¨    Lecciones de realidad. No matan al idealista, sino que lo educan.
¨    No puede doblar la realidad a sus ideales, pero los defiende de ella, procurando salvarlos de todo envilecimiento.
¨    Crítica al romántico. Los romanticismos no resisten la experiencia crítica: si duran hasta pasada la juventud, su ardor no equivale a su eficiencia.
Individualismo
¨    Es una revuelta contra los dogmas y los valores falsos de las mediocracias.
¨    El temperamento individualista. Llega  a negar el principio de autoridad.
¨    Partidos. Le son indiferentes por igual, mientras no descubre en ellos ideales consonantes con los suyos.
¨    Nobleza. El individualismo es noble si un ideal lo alienta y lo eleva; sin ideal, es una caída a lo más bajo de la mediocridad.
El hombre mediocre
¨    Definición: “Producto de la costumbre, desprovisto de fantasía, ornado por todas las virtudes de la mediocridad, llevando una vida honesta gracias a la moderación de sus exigencias, perezoso en sus concepciones intelectuales, sobrellevando con paciencia conmovedora todo el fardo de prejuicios que heredó de sus antepasados”, Filisteo.
¨    Entorno. Se define en razón del contexto en el que se desenvuelve.
¨    La perfección que no alcanza. Para alcanzar la perfección se requiere cierto nivel ético y una mínima educación intelectual. Los que viven debajo de ese nivel y no adquieren esa educación, permanecen sujetos a dogmas que otros les imponen, esclavos de fórmulas paralizadas por
¨    Vulgaridad. Pone su mayor jactancia en exhibirla, sin sospechar que es su afrenta.
Hombre mediocre
Hombre superior

Accidente provechoso para la evolución humana
Dóciles a la presión del conjunto, maleables a la opinión pública
Puede sobreponer ideales suyos a las rutinas de los demás
Aspira a no desentonar
Aspira a diferenciarse
Piensa con la cabeza de la sociedad
Piensa con su cabeza
Rutinario, prejuicioso, dogmático, imitativo
Original, creativo, imaginativo
Adquiere el alma de la sociedad
Tiene un alma individual
Busca el éxito
Busca la gloria

Hombres sin personalidad
¨    No tiene características personales que permitan distinguir al individuo en su sociedad.
¨    No tienen voz, sino eco. La sociedad les ofrece un mismo repertorio de rutinas, prejuicios y domesticidades.
¨    Existencias vegetativas: muchos nacen, pocos viven. No tienen biografía. En la historia de su sociedad sólo vive el que deja rastros en las cosas. No ha vivido quien más quien cuenta más anos, sino el que ha sentido mejor un ideal.  Los hombres sin personalidad son innumerables y viven moldeados por el medio.
¨    Todos creen tener su personalidad. Los hombres sin personalidad son innumerables y viven moldeados por el medio.  Muchos cerebros torpes se envanecen de su testarudez. Diferenciarse es tener carácter propio.
Concepto social de la mediocridad
¨    Cada individuo es producto de dos factores:
1.     La herencia. Lo provee de órganos y funciones mentales que le transmiten las generaciones precedentes.
2.     La educación. Resultado de múltiples influencias del medio social en el que uno está obligado a vivir. Es una adaptación de las tendencias hereditarias a la mentalidad colectiva. Los comienzos de la educación están a cargo de las personas que le rodean, y los hábitos se organizan mediante la imitación.
¨    Personalidad. Está compuesta por
1.     Herencia biológica
2.     Imitación social
3.     Variación individual
Nueva base para la tolerancia
¨    Complementariedad de los hombres.  Los distintos elementos sociales se sirven mutuamente. Si en el mundo no hubiera más que rebeldes, no podría marchar; se volvería imposible la rebelde si faltare contra quien rebelarse. En síntesis: cada hombre necesita de su enemigo.
¨    Jerarquización de los hombres. La utilidad de los rutinarios está subordinada a la existencia del idealista.
Gloria y éxito
¨    Fama y popularidad.  Son la imagen transitoria del éxito. Sólo dura lo que dura una juventud, ya que el público oscila con la moda.
¨    Gloria. La buscan los grandes cerebros.
¨    ¿Qué es la fama y la popularidad? La sanción de los contemporáneos y no el significado del éxito.
Solidaridad hipócrita
¨    Beneficencia. El hipócrita mide su solidaridad por las ventajas que de ella obtiene; entiende a la beneficencia como una industria lucrativa. Antes de dar, averigua si tendrá repercusión su donativo. Invierte su dinero como si comprara acciones para sacar provecho del hambre ajena.
¨    Caridad. La  miseria de los corazones tristes alimenta la vanidad de los cerebros vacíos.
El hombre honesto
¨    Ni vicio ni virtud. Las mediocracias prefieren al honesto que al virtuoso. La honestidad está al alcance de todos mientras que la virtud es de pocos elegidos.
¨    Rebaje. Admirar al hombre honesto es rebajarse.
¨    Virtud y prejuicio. El talento moral practica la virtud, mientras el prejuicio es profesado muchas veces por el honesto.
Perdón sistemático
¨    Falta de justicia. El que perdona dos veces se hace cómplice de los malvados.
¨    Enseñanzas. Enseñemos a perdonar pero también a no ofender.
¨    El perdón a los genios. El tiempo perdona algunas culpas a los genios y a los héroes, capaces de exceder con el bien que hacen el mal que no dejaron de hacer; pero ellos son excepciones raras y en vida habría que medirlos con el criterio de la posteridad: la trascendente magnitud de su obra.
Obediencia
¨    La costumbre de obedecer engendra una mentalidad doméstica. La subordinación a los dogmatismos sociales, el acatamiento incondicional de los prejuicios admitidos, el respeto a las jerarquías y la disciplina ciega a la imposición colectiva.
Envidia y admiración
¨    Envidia. Nace del sentimiento de inferioridad respecto de su objeto.
1.     Antepone la aprobación ajena al propio juicio.
2.     Detestan a los que no pueden igualar, como si por el sólo hecho de existir, les ofendieran.
3.     Sufre del bien ajeno.
4.     Vanidoso.
5.     Se rebaja sin saberlo.
¨    Admiración. Es sentirse crecer en la emulación con los más grandes.
1.      Antepone el propio juicio a la aprobación ajena.
2.     Orgulloso.
3.     “Es un gran signo de mediocridad elogiar siempre moderadamente”, Leibniz.  Es una cobardía aplacar la admiración. El que no admira lo mejor no puede mejorar.
Los roedores de la gloria
¨       Agraviador. La incapacidad de construir los empuja a destruir. Desear achicar el logro ajeno por el simple hecho de que ellos no lo han construido. Les molesta que otros sean admirados y ellos no.
¨       Crítico. Enriquece las obras que estudia
La juventud y la vejez
¨    Desprecio a la juventud. Todo viejo cree que los jóvenes le desprecian y quieren verlo muerto para suplantarlo. Por tanto, traduce hasta la manía la hostilidad hacia la juventud, considerándola muy inferior a la de su tiempo, juicio que extiende a las nuevas costumbres cuando ya no puede adaptarse a ellas.
¨    Olvido compartido. El viejo olvida que fue joven y el joven olvida que será viejo: el camino a recorrer es siempre el mismo. ¿Cómo sorprendernos, entonces, de que los jóvenes revolucionarios terminen siendo viejos conservadores?
¨    Respeto. Los viejos protestan que no se les respeta lo necesario, mientras los jóvenes se desesperan por lo excesivo de ese respeto.
El libro puesto manos de los jóvenes, es el enemigo de la experiencia que monopolizan los viejos”, Faguet.
¨    ¿Por qué no gobiernan los jóvenes? Toda sociedad en decadencia es propicia a la mediocridad y enemiga de cualquier excelencia individual; es por esto que se les cierra el acceso al Gobierno hasta que hayan perdido su arista propia, esperando que la vejez los nivele, rebajándolos hasta los modos de pensar y sentir que son comunes a su grupo social.
¨    ¿Qué se debe hacer? Admiremos a los viejos por las superioridades que hayan tenido en la juventud: asumir peligros, ejercer a la lucha, combatir adversarios.



Fuente: "El hombre mediocre", José Ingenieros.

Pedagogía del oprimido


  •  Los oprimidos, acomodados y adaptados (…) temen a la libertad, en cuanto no se sienten capaces de correr el riesgo de asumirla. La temen también en la medida en que luchar por ella significa una amenaza, no sólo para aquellos que la usan para oprimir (…), sino también para los compañeros oprimidos, que se atemorizan ante mayores represiones.
  • Para los opresores el valor máximo radica en el tener más y cada vez más, a costa, inclusive del hecho del tener menos o simplemente no tener nada de los oprimidos. Ser para ellos, es equivalente a tener y tener como clase poseedora.
  • En la situación opresora en la que se encuentran, como usufructuarios, no pueden percibir que si tener es condición para ser, ésta es una condición necesaria a todos los hombres.
  •  Decirse comprometido con la liberación y no ser capaz de comulgar con el pueblo, a quien continúa considerando absolutamente ignorante, es un doloroso equívoco.
  • Tal es la concepción bancaria de la educación, en que el único margen de acción que se ofrece a los educandos es el de recibir los depósitos, guardarlos y archivarlos. Margen que sólo les permite ser coleccionistas o fichadores de cosas que archivan. (…) en esta visión distorsionada de la educación, no existe creatividad alguna, no existe transformación, ni saber.
  • En la visión bancaria de la educación, el “saber”, el conocimiento, es una donación de aquellos que se juzgan sabios a los que juzgan ignorantes. Donación que se basa en una de las manifestaciones instrumentales de la ideología de la opresión: la absolutización de la ignorancia, que constituye lo que llamamos alienación de la ignorancia, según la cual ésta se encuentra siempre en el otro.
  • El educador que aliena la ignorancia, se mantiene en posiciones fijas, invariables. Será siempre el que sabe, en tanto los educandos serán siempre los que no saben
  •  De ahí que ocurra en ella que:
A- el educador es siempre quien educa; el educando el que es educado.
B- el educador es quien sabe; los educandos quienes no saben.
C- el educador es quien piensa, el sujeto del proceso; los educandos son los objetos pensados.
D- el educador es quien habla; los educandos quienes escuchan dócilmente.
E- el educador es quien disciplina; los educandos los disciplinados.
F- el educador es quien opta y prescribe su opción; los educandos quienes siguen la prescripción.
 
  • Cuanto más se ejerciten los educandos en el archivo de los depósitos que les son hechos, tanto menos desarrollarán en sí la conciencia crítica de la que resultaría su inserción en el mundo, como transformadores de él.
  • Cuanto más se les imponga pasividad, tanto más ingenuamente tenderán a adaptarse al mundo en lugar de transformar, tanto más tienden a adaptarse a la realidad parcializada en los depósitos recibidos.
  • “Lo que pretenden los opresores es transformar la mentalidad de los oprimidos y no la situación que los oprime”, Simone de Beauvoir.
  • La contradicción de la educación bancaria es la educación problematizadora.
  • La “práctica bancaria” pretende mantener la inmersión; la segunda, por el contrario, busca la emersión de las conciencias de la que resulta su inserción crítica en la realidad.
  • Hablar de democracia y callar al pueblo es una farsa.
  • “A fin de unirse a las masas deben conocer sus necesidades y deseos. En el trabajo con las masas es preciso partir de las necesidades de éstas, y no de nuestros propios deseos, por buenos que fueren”, Mao Tse Tung.



Fuente: "Pedagogía del oprimido", Paulo Freire.

La educación como práctica de la libertad


"La educación es un acto de amor, por tanto, un acto de valor. No puede temer el debate,  el análisis de la realidad; no puede huir de la discusión creadora, bajo pena de ser una farsa.
¿Cómo aprender a discutir y debatir con una educación que impone?
Dictamos ideas. No cambiamos ideas. Dictamos clases. No debatimos o discutimos temas. Trabajamos sobre el educando. No trabajamos con él. Le imponemos un orden que él no comparte, al cual sólo se acomoda. No le ofrecemos medios para pensar auténticamente, porque al recibir las fórmulas dadas simplemente las guarda. No las incorpora, porque la incorporación es el resultado de la búsqueda de algo que exige, de quien lo intenta, un esfuerzo de recreación y de estudio. Exige reinvención.
No sería posible, repetimos, formar hombres que se integren en este impulso democrático, con una educación de este tipo. Y no sería posible porque esta educación contradice este impulso y hace resaltar nuestra inexperiencia democrática", Paulo Freire.



Fuente: “La educación como práctica de la libertad”, Paulo Freire.