jueves, 15 de septiembre de 2011

¿Cuál fue la mejor obra del kirchnerismo?


Se podrían enumerar varios logros de un gobierno, en función de legitimarlo. Pero el mejor logro de esta gobernación no es una política de estado: es una consecuencia de su ejemplo. La consecuencia es la resignificación de la política.

Toda resignificación, como su nombre lo indica, necesariamente implica volver a darle un sentido a una palabra. La palabra en cuestión es la política. Palabra irrecuperable para muchos desesperanzados. Una palabra hermosa para la juventud. Interpretaciones encontradas que marcan la irrupción de una nueva generación que llegó para quedarse y que, para espanto de muchos, no se compra con dinero.



En la actualidad hay una fuerte expresión juvenil que percibe a la política como un medio para cambiar las cosas. Como una herramienta para la transformación de la realidad social. Esta generación no ve en la política una manera de enriquecerse, sino el camino para llegar a realizar un país de plena justicia social. Es el piberío que penetró en la política seducido por el fruto de un gobierno iniciado en el año 2003 de la mano de un tal Néstor Kirchner.


No es menor el temor que esta juventud genera. No responde a las razones del capital: no se compra con dinero. No vende su conciencia al mejor postor. No. ¿Por qué? Porque por sobre todas las cosas esta juventud política se interesa en las ideas, no en los negocios; responde a su convicción, no a su conveniencia; no tiene precio, tiene valor. Es por esto que resulta normal que aquellas personas que cuentan con privilegios de clase sientan terror: no tienen poder. Sus recursos y su capital, que es lo único que tienen, queda desvalorizado frente a semejante ética política. Es así que recurren a lo más bajo, que es la difamación. Pero la juventud no se traba con las minorías que pierden privilegios. Prefiere seguir militando. Militar para conquistar derechos para las mayorías, con alegría, entusiasmo y compromiso. Es por todos los hechos que la mejor obra del gobierno, hija de su ejemplo, más allá de todo error, ha sido una de sus consecuencias: su militancia.



Nada se compara con algo que no tiene precio.