jueves, 29 de julio de 2010

El fascismo de Neiman

1° Capítulo : "Esos negros de mierda".


“… Los bolivianos son todos chorros. Es innegable. No hay con que darle a una verdad tan obvia. No hay progresista que destruya esta verdad, no hay ser humano que refute esa certeza. Aunque sí haya malintencionados que la tergiversen dogmatizando sus propias teorías. Malevolentes que actúan por inclinación y no por deber ser. Inmorales. Lo dijo Kant y yo solamente cumplo función reiterativa.
La realidad social prueba a los bolivianos como los principales incursores del acto delictivo de la región argentina con fundamentos patentes para el entendimiento comprensivo de hasta cualquier ama de casa. También de sus siempre olvidados señores. No me olvidé de ellos. Algunos se preguntan cómo es que se puede aseverar en una primera instancia que las personas nacidas en Bolivia representan la lamentable y cruel condición delictiva. Yo les digo que esto es fácil. Que si me siguen es fácil: Primero, los bolivianos que se vienen a nuestro país lo hacen en razón del hambre que pasan en el suyo; segundo, la marginalidad sociocultural en la que se encuentran es condición determinante y firme motivo de exclusión del mercado laboral argentino; tercero, la exclusión laboral conduce indefectiblemente al pedido de limosna –delincuencia indirecta- o al robo a mano armada –delincuencia directa-. Más claro ajustá el contraste. Los bolivianos merced a su inexorable condición sociocultural tienen destino final en la criminalidad un poco resentida y revanchista en demasía. ¿Por qué revanchista y resentida? Arrancan robando por hambre y terminan afanando por lujuria, viejo. Primero por deber y después por placer. Y acá está el odio fundamentado. ¿Por qué me roban lo que me gané laburando a troche y moche? ¿Es delito tener dinero o bien lo es robarlo? ¿Me acusan de xenófobo por señalar lo que es y no puede dejar de ser? Bánquensela, viejo, bánquensela. Laburen. Vuelvan a su país. No me vengan con eso de que el prejuicio se basa en la ignorancia y la discriminación en la sensación orgásmica de superioridad étnica. Nada que ver. El prejuicio es un germen de verdad y lo que estos tipos llaman discriminación –qué paradoja- es en verdad la concientización realista de su circunstancia, un cuadro de situación sin cobrar honorarios, un favor que le hacemos frente a su imposibilidad reflexiva tapada por ese odio desmesurado y resentido...”

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