jueves, 23 de septiembre de 2010

¿Quién es la víctima de la inseguridad?

“…No puede ser. Realmente esto no da para más. ¿Cómo puede ser que no se puedan sacar $20.000 del banco sin que te afanen? No puede ser, tenemos que hacer algo. ¡Ya sé! Organicémonos. ¿Pero cómo? Se me ocurrió otra brillante idea: acudamos a los medios; que ellos convoquen. A ellos les va a interesar nuestra circunstancia. ¿Que por sí solidaridad con nosotros las víctimas, o porque les viene bien para pegarle a los Kirchner en razón de que los diarios aspiran a candidatear algún político? ¡Qué me importa! Nos viene como anillo al dedo: nos es afín. Ahora hay que pensar dónde convocarla… ¿Callao y Santa Fe?...”

Líneas más arriba queda plasmada la razón de la mayoría en la sociedad en la que me desenvuelvo. Si lo piensan o son pensados, si piensan con la cabeza de la sociedad o con su propia cabeza, si tienen eco en vez de voz, es secundario: es lo que manifiestan. Piden penas duras. No se mueven de la pena de muerte, la prisión en lugar de la escuela para los pibes y una cárcel como espacio de reclusión perpetua en vez de un espacio para la reflexión del equivocado de camino. Ojo, en parte tienen su razón; la cárcel debe ser el espacio para aquel que obra de manera inmoral a juicio de la razón que tenga el poder. Pero, acá subyace algo sumamente mediocre y repugnante de este tipo de gente: se piensan las principales víctimas de la inseguridad social del país. Ellos son quienes sufren la inseguridad del país. Nada más equivocado, por lo menos, a mi criterio. ¿Quién es la principal víctima de la inseguridad en la Argentina?, ¿el tipo que saca guita del banco, o el pibe que en su infancia, cuando debería tener acceso a la salud, la educación y a una vivienda digna, vive en la calle y tiene que pedir o laburar? Eso es la inseguridad social. Es estar pidiendo una moneda en el tren, en los semáforos cuando en realidad tenés que estar estudiando. Pero, claro: ¡la clase media no se acuerda de vos, chiquito!
<<¿Te pensás que voy a parar al mundo para que vos comas, vayas a la escuela y tengas una casa? ¡Ni en pedo! El mundo se para cuando me tocan el bolsillo. Vos morite. ¿Qué me cuesta hacerme el pelotudo cuando pasás por mis alrededores en el tren para venderme esas estampitas de Gardel que intentás encajarme para poder morfar? ¿Qué me cuesta acelerar cuando veo que te me venís encima del auto con esas manos todas sucias? Que te quede claro: no sos digno de mi organización. Yo me organizo para reclamar que no me roben, no me organizo para reclamar que todos los chicos tengan escuela, saludad y casa. Eso no me interesa. ¡Ascenso social es lo que busco! No me interesa acabar con el hambre, con los sintecho. De eso que se ocupe otro. La culpa es de los Kirchner. A mí no me incumbe>>

Bueno. Ese es el pensamiento intrínseco y no extrínseco, latente y no manifiesto de la gente que organiza ese tipo de manifestaciones. De los Blumberg, de los Palermo, de los Recoleta. Me dan asco. Por eso es tanta la alegría que me generan circunstancias sociales de nuestra actualidad. Para ser más honesto que preciso: la toma de los colegios. Y no importa si se la hacen a Macri, a Cristina o a Pepe Mujica. Perciben algo como injusto y se rebelan contra esto. Es revolucionario. Es un cambio radical. Es compromiso social y no enajenación con los otros.
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Genial. Un pensamiento bárbaro. Los pibes, a diferencia del que convoca la marcha por la seguridad, no se mantienen ajenos a la realidad social actual. No se enajenan de ella. Todo lo contrario, se solidarizan con los que menos tienen. Por eso son dignos de respeto y admiración estos pibes. Porque no piden por ellos sino por todos.

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