domingo, 19 de abril de 2015

LAS SOLIDARIAS VENAS DE ACERO


Estoy bajando del tren y encuentro unos anteojos; son buenos y caros: unos Ray Ban que están nuevos. No me importa, no son míos. Alzo la voz y le grito al pueblo trabajador "¿QUIÉN PERDIÓ LOS ANTEOJOS?". Todos se miran. 

De repente me encara un pibe, eran de él. Me agradece. Mientras caminamos por el andén se acerca otro integrante de la masa popular y me dice "muy bueno el gesto". Inflo el pecho. Me siento Perón. Soy Perón. Por lo menos lo soy en ese momento, que me siento querido por el pueblo, en esos metros que camino hacia la parada del 42.

A todo esto me acompaña , siente vergüenza del momento (mis gritos, los que miran, los que se acercan, lo que pasa), Lucía Algieri .

De repente, de líder popular y positivo, llego a la boletería. Y al querer pasar por los molinetes un señor de pulóver gris y camisa celeste me dice: "Boleto". Sí, me pedía el boleto. Le importó un carajo mi gesto. Se hace carne la consigna pueblo o corporaciones. Ahí está la corporación de los Raggio. Del otro lado, el pueblo agradecido.

¿Hay moraleja en la jornada? No lo sé. No importa si finalmente aboné el boleto. Pero de lo que estoy seguro es que a cada San Martín le llega su chancho y no al revés.

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