miércoles, 8 de junio de 2011

Diferencias culturales entre el pueblo y la izquierda

El pueblo es de izquierda. Bah, pueblo hay uno sólo. Siempre es el mismo y, por decir, no tiene ideología. Lo que resulta es que determinados sectores minoritarios -que son poquitos y, muchas veces, de izquierda- que se autoproclaman "populares" -que viene de pueblo, que son muchos- buscan ser la representación de ese pueblo, deviniendo en la parte que se identifica con el todo, sin que este todo se identifique con la parte; o más bien, buscan que el pueblo se identifique con ellos al cantar que son populares. Nosotros somos el pueblo. Nosotros somos su expresión porque representamos sus intereses. No, no son el pueblo. Son una parte, un sector minoritario, tal vez, muy minotitario del pueblo. Un sector con el cual el pueblo, la mayoría, no se identifica en lo más minimo por más conveniente que esta parte del todo suene. No representan sus intereses, porque los intereses del pueblo son aquellos que el pueblo dice que son sus intereses, y bien, no otros, por más beneficiosos que estos resultasen al modesto entender de uno para este todo. Y no hay peor escollo para la construcción política que negar este punto. No hay peor escollo por la cuestión de que el pueblo verá a estos tipos como sectarios -sectarios como integrantes de un sector- como delirantes, como un grupo de gente con la cual no se identifica para nada. Si se identificaría, la votaría. Porque esos son los representantes del pueblo: sus gobernantes. Cuando los gobernantes no son el espejo del pueblo, son épocas de crisis, seguramente, de circunstancias empapadas de violencia. Por otro lado, a quien diga que las elecciones están arregladas, que los gobernantes no representan a su pueblo cuando estos son los que lo votan, que por más que votemos está todo fijado de antemano, que pida datos sobre la el dinero gastado en pauta, el dinero gastado en propaganda, el dinero gastado en consultoras, el dinero gastado en encuestas y el dinero derivado al marketing político. Ahí tiene una buena razón para negar su escepticismo. No se invierte sin sentido, sin intenciones. No se gasta sin motivos, se invierte en función de ganar votos, de representar gente, de lograr identificación del pueblo con el partido inversor. Tal vez por otras cosas, pero, por sobre toda posible interpretación, para ganar tu voto.

Algunos apuntes a la militancia izquierdista, sea de la izquierda oficial o de la izquierda no oficial, en pos de afinar su construcción política...

El pueblo no escucha Silvio Rodriguez.

El pueblo escucha cumbia.

El pueblo sabe quién es Hernán Caire.

El pueblo no sabe quién es Manu Chao.

El pueblo no va al teatro.

Si va al teatro, el pueblo, es para escuchar hablar algún candidato del PJ.

El pueblo va a la cancha.

El pueblo se vuelve loco cuando escucha un bombo, una trompeta y un redoblante.

El pueblo odia a los hippies que hacen fogón y acaparan minitas, en vez de hacer bailongo y compartirlas en medio de un improvisado baile.

El pueblo mira todos los días a Tinelli.

El pueblo se caga de risa con Tinelli.

El pueblo idolatra a Tinelli.

El pueblo está enamorado de Tinelli.

El pueblo no simpatiza con los intelectuales, le caen soberbios.

El pueblo no lee a Galeano.

El pueblo no lee mucho.

El pueblo no leyó, no lee ni nunca leerá "El Capital".

El pueblo sólo lee para rendir parciales.

El pueblo rinde parciales para recibirse.

El pueblo estudia para trabajar.

El pueblo trabaja para hacer guita, la más que pueda.

Al pueblo, si la tiene, le importa un carajo el que duerme en la calle.

El pueblo no se mete en política para no joder a nadie.

El pueblo siempre le echa la culpa de todo lo malo en la sociedad a sus representantes.

El pueblo es solidario. Cada tanto dona algo porque Tinelli conduce ese programa.

El pueblo no se mete en política para ser "solidario". Porque eso es una mentira. Mentira de políticos. Políticos que lo estafan porque son todos iguales.


Por último, un modesto ejercicio práctico para que las organizaciones no populares reflexionen sobre su modesta manera de entender la realidad:

1) Si en una vereda hay 10 personas -las 10 miran Tinelli-, y en la otra hay 2 personas -las 2 escuchan Manu Chao-...

Pregunta: ¿Qué vereda es más popular? ¿La que tiene 10 o la que tiene 2 personas?




La realidad es ésta. De acá a lo que quieras que sea, te invitó a militar. Te invito a militar para transformar, para cambiar, para modificar lo que no te gusta. Pero siempre con la condición de tener la conciencia firme de saber a quién aspirás a representar, de saber sobre sus intereses, de conocer sus necesidades, sus inquietudes y sus sugerencias, y, por sobre todas las cosas, de no pensarte la vanguardia de una verdad que por necios ellos todavía no conocieron. Porque eso es ser soberbio, y al pueblo, el hecho de que te pienses superior a él por ser el dueño de la verdad, no le gusta.


Sumate.










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