De un
idealismo fundado en la experiencia
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Ideal
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En
la ética venidera florecerá un idealismo moral, independiente de dogmas
religiosos: los ideales de perfección, fundados en la experiencia social.
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Los
ideales, entre todas las creencias, representan el resultado más alto de la
función del pensar.
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Un
hombre, un grupo o una raza son idealistas porque circunstancias propicias
determinan su imaginación a concebir perfeccionamientos posibles.
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Los
ideales pueden no ser verdades; son creencias.
Educación
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Consiste
en sugerir los ideales que se presumen propicios a la perfección.
Imaginación
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Construye ideales observando la
naturaleza, como resultado de la experiencia; pero una vez formados ya no están
en ella, son anticipaciones a ella, viven sobre ella para señalar su futuro.
Dogma
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Es la moral propia de gente primitiva
y contraria a un idealismo, ya que en cada tiempo y espacio la realidad varía.
Ideal
colectivo
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Coincidencia
de muchos individuos en un mismo afán de perfección.
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No
es que los acomuna una idea, sino que los une una misma manera de sentir, de
pensar; convergen hacia un “ideal”
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Cada
generación puede tener su ideal; suele
ser patrimonio de una minoría, cuyo esfuerzo consigue imponerlo a las
generaciones siguientes.
Los
temperamentos idealistas
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El
hombre con ideales
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Es
un hombre cualitativo: posee un sentido de las diferencias que le permite
distinguir entre lo malo que observa, y lo mejor que imagina.
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Suele
ser rebelde o esquivo a los dogmas de su época.
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Ningún
ideal es falso para quien lo profesa.
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Hay
dos tipos de idealistas
1.
Idealista
sentimental.
Es romántico. Su imaginación no es inhibida por la crítica y los ideales viven
de sentimiento.
2.
Idealista
experimental. Los
sentimientos son encarrilados por la experiencia y la crítica coordina la
imaginación: los ideales se tornan reflexivos y serenos.
El
hombre sin ideales
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Es un hombre cuantitativo; puede apreciar el
más y el menos, pero nunca distinguir lo mejor de lo peor.
El idealismo
romántico
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Sueñan
lo más para realizar lo menos.
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Son
exagerados, ingenuos, sensibles y fácil de conmoverse.
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Nunca
se integran como se piensan.
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Dionisiacos. Sus aspiraciones
se traducen en hostilidad contra todo lo que se opone a sus corazonadas y
sueños.
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Disponen
de esas “Razones que la razón ignora”,
Pascal.
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Su
amor a todos los que sufren es paralelo al odio contra los que oprimen su
propia individualidad: llega a amar a las víctimas para protestar contra el
verdugo indigno.
El idealismo
estoico
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Lecciones de
realidad.
No matan al idealista, sino que lo educan.
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No
puede doblar la realidad a sus ideales, pero los defiende de ella, procurando
salvarlos de todo envilecimiento.
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Crítica al
romántico.
Los romanticismos no resisten la experiencia crítica: si duran hasta pasada la
juventud, su ardor no equivale a su eficiencia.
Individualismo
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Es
una revuelta contra los dogmas y los valores falsos de las mediocracias.
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El temperamento individualista. Llega a negar el principio de autoridad.
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Partidos. Le son indiferentes
por igual, mientras no descubre en ellos ideales consonantes con los suyos.
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Nobleza. El individualismo
es noble si un ideal lo alienta y lo eleva; sin ideal, es una caída a lo más
bajo de la mediocridad.
El hombre
mediocre
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Definición:
“Producto de la costumbre, desprovisto de fantasía, ornado por todas las
virtudes de la mediocridad, llevando una vida honesta gracias a la moderación
de sus exigencias, perezoso en sus concepciones intelectuales, sobrellevando
con paciencia conmovedora todo el fardo de prejuicios que heredó de sus
antepasados”, Filisteo.
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Entorno. Se define en razón
del contexto en el que se desenvuelve.
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La perfección que no
alcanza.
Para alcanzar la perfección se requiere cierto nivel ético y una mínima
educación intelectual. Los que viven debajo de ese nivel y no adquieren esa
educación, permanecen sujetos a dogmas que otros les imponen, esclavos de
fórmulas paralizadas por
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Vulgaridad. Pone su mayor jactancia en exhibirla,
sin sospechar que es su afrenta.
Hombre
mediocre
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Hombre
superior
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Accidente provechoso para la
evolución humana
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Dóciles a la
presión del conjunto, maleables a la opinión pública
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Puede sobreponer ideales
suyos a las rutinas de los demás
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Aspira a no
desentonar
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Aspira a diferenciarse
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Piensa con la
cabeza de la sociedad
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Piensa con su cabeza
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Rutinario,
prejuicioso, dogmático, imitativo
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Original, creativo,
imaginativo
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Adquiere el alma de la sociedad
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Tiene un alma individual
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Busca el éxito
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Busca la gloria
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Hombres
sin personalidad
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No
tiene características personales que permitan distinguir al individuo en su
sociedad.
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No tienen voz, sino
eco.
La sociedad les ofrece un mismo repertorio de rutinas, prejuicios y
domesticidades.
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Existencias vegetativas:
muchos nacen, pocos viven.
No tienen biografía. En la historia de su sociedad sólo vive el que deja
rastros en las cosas. No ha vivido quien más quien cuenta más anos, sino el que
ha sentido mejor un ideal. Los hombres
sin personalidad son innumerables y viven moldeados por el medio.
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Todos creen tener su
personalidad.
Los hombres sin personalidad son innumerables y viven moldeados por el medio. Muchos cerebros torpes se envanecen de su
testarudez. Diferenciarse es tener carácter propio.
Concepto
social de la mediocridad
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Cada
individuo es producto de dos factores:
1.
La
herencia. Lo provee de órganos y
funciones mentales que le transmiten las generaciones precedentes.
2.
La
educación. Resultado de
múltiples influencias del medio social en el que uno está obligado a vivir. Es
una adaptación de las tendencias hereditarias a la mentalidad colectiva. Los
comienzos de la educación están a cargo de las personas que le rodean, y los
hábitos se organizan mediante la imitación.
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Personalidad. Está compuesta por
1.
Herencia biológica
2.
Imitación social
3.
Variación individual
Nueva base
para la tolerancia
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Complementariedad
de los hombres.
Los distintos elementos sociales se sirven mutuamente. Si en el mundo no
hubiera más que rebeldes, no podría marchar; se volvería imposible la rebelde
si faltare contra quien rebelarse. En síntesis: cada hombre necesita de su
enemigo.
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Jerarquización
de los hombres. La utilidad de los rutinarios está
subordinada a la existencia del idealista.
Gloria y
éxito
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Fama y popularidad. Son la imagen transitoria del éxito. Sólo dura
lo que dura una juventud, ya que el público oscila con la moda.
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Gloria. La buscan los
grandes cerebros.
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¿Qué es la fama y la
popularidad?
La sanción de los contemporáneos y no el significado del éxito.
Solidaridad
hipócrita
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Beneficencia. El hipócrita mide
su solidaridad por las ventajas que de ella obtiene; entiende a la beneficencia
como una industria lucrativa. Antes de dar, averigua si tendrá repercusión su
donativo. Invierte su dinero como si comprara acciones para sacar provecho del hambre
ajena.
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Caridad. La miseria de los corazones tristes alimenta la
vanidad de los cerebros vacíos.
El hombre
honesto
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Ni vicio ni virtud. Las mediocracias
prefieren al honesto que al virtuoso. La honestidad está al alcance de todos
mientras que la virtud es de pocos elegidos.
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Rebaje. Admirar al hombre
honesto es rebajarse.
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Virtud y prejuicio. El talento moral
practica la virtud, mientras el prejuicio es profesado muchas veces por el
honesto.
Perdón
sistemático
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Falta de justicia. El que perdona dos
veces se hace cómplice de los malvados.
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Enseñanzas. Enseñemos a
perdonar pero también a no ofender.
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El perdón a los
genios.
El tiempo perdona algunas culpas a los genios y a los héroes, capaces de
exceder con el bien que hacen el mal que no dejaron de hacer; pero ellos son
excepciones raras y en vida habría que medirlos con el criterio de la
posteridad: la trascendente magnitud de su obra.
Obediencia
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La costumbre de
obedecer engendra una mentalidad doméstica. La subordinación a los dogmatismos
sociales, el acatamiento incondicional de los prejuicios admitidos, el respeto
a las jerarquías y la disciplina ciega a la imposición colectiva.
Envidia y
admiración
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Envidia. Nace del
sentimiento de inferioridad respecto de su objeto.
1. Antepone la aprobación
ajena al propio juicio.
2. Detestan a los que
no pueden igualar, como si por el sólo hecho de existir, les ofendieran.
3. Sufre del bien
ajeno.
4. Vanidoso.
5. Se rebaja sin
saberlo.
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Admiración. Es sentirse crecer
en la emulación con los más grandes.
1. Antepone el propio juicio a la aprobación
ajena.
2. Orgulloso.
3. “Es
un gran signo de mediocridad elogiar siempre moderadamente”, Leibniz. Es una cobardía aplacar la admiración. El que no
admira lo mejor no puede mejorar.
Los roedores
de la gloria
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Agraviador. La incapacidad de
construir los empuja a destruir. Desear achicar el logro ajeno por el simple
hecho de que ellos no lo han construido. Les molesta que otros sean admirados y
ellos no.
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Crítico. Enriquece las
obras que estudia
La juventud
y la vejez
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Desprecio a la
juventud.
Todo viejo cree que los jóvenes le desprecian y quieren verlo muerto para
suplantarlo. Por tanto, traduce hasta la manía la hostilidad hacia la juventud,
considerándola muy inferior a la de su tiempo, juicio que extiende a las nuevas
costumbres cuando ya no puede adaptarse a ellas.
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Olvido compartido. El viejo olvida
que fue joven y el joven olvida que será viejo: el camino a recorrer es siempre
el mismo. ¿Cómo sorprendernos, entonces, de que los jóvenes revolucionarios
terminen siendo viejos conservadores?
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Respeto. Los viejos
protestan que no se les respeta lo necesario, mientras los jóvenes se
desesperan por lo excesivo de ese respeto.
“El libro puesto manos de los jóvenes, es el
enemigo de la experiencia que monopolizan los viejos”, Faguet.
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¿Por
qué no gobiernan los jóvenes? Toda sociedad en decadencia es propicia a la
mediocridad y enemiga de cualquier excelencia individual; es por esto que se
les cierra el acceso al Gobierno hasta que hayan perdido su arista propia,
esperando que la vejez los nivele, rebajándolos hasta los modos de pensar y
sentir que son comunes a su grupo social.
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¿Qué se debe hacer? Admiremos a los
viejos por las superioridades que hayan tenido en la juventud: asumir peligros,
ejercer a la lucha, combatir adversarios.
Fuente: "El hombre mediocre", José Ingenieros.
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