Ayer soñó con Goku y le reveló la verdad: los argentinos, que son medios pelotudos, se iluminarían. Se darían cuenta de que la líder indiscutida del pueblo argentino era ella y no otra. Tan rubia, tan decente, tan ética. Para eso le indicó en su trance que convoque al pueblo a la Plaza a las 12 y levante las manos, que sería él quien le daría la fuerza para liberar a la Patria.
Rodeada por las 7 esferas de la Coalición Cívica (Prat Gay, Iglesias, Estenssoro, Bullrich, Ricardito, Llambías y Pinedo) inició la procesión. Las cámaras se encendieron, la líder se persignaba, las esferas adornaban. Los periodistas anunciaban el fin de ciclo.
Cuando de repente, frente al descenso del rating y el desinterés de quienes pasaban por ahí, levantó las manos. Con los dedos y las manos hacia la casa rosada exclamó: "¡KA-ME-HA-ME-HA!".
Silencio atroz. No pasó nada. En instantes se escuchó el sonido del tránsito de fondo, eterno. San Goku no apareció.
Los creyentes se empezaron a mirar entre sí, apenados. La gente cambió de canal, puso Crónica.
La circunstancia la había superado.
Respecto a la blonda líder después de quince minutos en la misma posición, dejo de intentarlo. Por lo menos, hasta la próxima vez.
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